Pasamos por un curioso punto llamado "Polo Magnético" donde según cuentan el coche en punto muerto cae hacia arriba de la cuesta debido al magnetismo, pero bien bien no lo percibimos, la verdad, y mira que lo intentamos. Yo pienso que es más un efecto óptico que hace pensar que es cuesta abajo lo que realmente es cuesta arriba, pero bueno.
Continuamos hasta llegar a Barahona. Allí comimos en un restaurante bastante bueno llamado Brisas del Caribe, pues habíamos parado antes en un comedor callejero pero nos dio tanto asco que nos fuimos. Yo me apliqué una langosta y media bastante rica.
Después de comer visitamos las playas de San Rafael, el Quemaíto, los Patos (donde había otra cueva tremenda sin explotar, donde nacía el río los Patos, un río que mide diez metros, pues sale directo a un balneario natural en la playa, muy bonito)
En un momento del trayecto, nos encontramos con que un grupo de personas ha cortado la carretera y nos piden dinero para pasar. Dicen que es para arreglar la carretera, así que les damos como dos dólares y nos dejan seguir, pero nos dan un pequeño susto, la verdad.
Finalmente llegamos a Pedernales, un pueblito justo al sur del país, justo en la frontera con Haití, de hecho una de las calles del pueblo acaba en Haití.
Allí encontramos un hotel muy bonito llamado Doña Chava, que nos dio alojamiento por 20 $.
Salimos a cenar al centro del pueblo que, como era viernes, estaba súper animado. Fuimos a una pizzería en la plaza del pueblo que curiosamente estaba regentado por Javier, un señor de Getxo con el que nos pusimos a charlar y a tomar cervezas hasta que aparecieron por allí Pepe y el ingeniero, dos elementos de Javea que estaban por allí perdidos. Nos tomamos unas cuantas cervezas y cuando todos se fueron, nosotros nos quedamos con Johnny, un dominicano súper buena gente con quien estuvimos de fiesta tooooda la noche con apenas 500 pesos (unos doce dolares). Nos llevó a una discoteca y más tarde a desayunar en un puesto callejero.
Conocimos a Walder, un soldado trillado, a un mariquitísimo que me daba tabaco, por cierto, me fumé como 14 cigarrillos esa noche.
Una de las noches más divertidas de las vacaciones, y muy baratito todo.
Me contaron la fuerte tensión que hay entre la R. Dominicana y Haití, algo que yo desconocía por completo. Todos me preguntaban si yo estaba allí con la ONU, pues recuerdo al lector que Haití es uno de los países más pobres del mundo y ha sufrido recientemente un tremendo terremoto.
Yo me intereso bastante por entrar al país pero todo el mundo me dice que ni se me ocurra, parece ser que es bastante peligroso, más aún siendo blanquito.
Bueno, después de la parranda y de desayunar en el puesto callejero, pillamos un mototaxi, es decir una motito y nos vamos los tres (el taxista, Johnny y yo) hasta el hotel donde nos despedimos. Muy buena gente este Johnny.
Nos contó que trabajaba en la construcción y que en cierta ocasión estuvo destinado en Haití pero que duró sólo dos meses, pero allí conoció a Javier, el putero vasco que con 65 años acababa de romper con una chica haitiana de veintitantos.
Todos los españoles que hay viviendo en este país son puteros de pies a cabeza, me temo. Y en Haití más todavía. Parece ser que las chicas se venden por dos dólares. Increíble pero cierto.
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